7.12.07

Vida de perros, un poemari amb els gossos com a protagonistes


Hui es presenta el poemari Vida de perros, editat per Buscarini. És una antologia de poemes sobre gossos en la que han col·laborat escriptors com José Saramago, Antonio Gala Carlos Bousoño, Francisco Brines, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Juan Luis Panero, Antonio Colinas, Félix de Azúa i poetes com Pablo Casares o Teo Basterra, José Fernández de la Sota i Karmelo C. Iribarren. Hi ha al voltant d'un centenar de poetes diferents. L'edició i pròleg està a càrrec de Diego Marín A.

L'editorial Buscarini és presenta als lectors per primera vegada amb aquest títol. A més, cal dir que els beneficis per la venda del llibre, que es pot adquirir ja a les llibreries al preu de 12 euros, estyan destinats a l'Associació Protectora d'Animals (molt bona idea).

Comenta Diego Marín que, Desde la Odisea de Homero hasta la poesía actual, el perro ha sido siempre un destacado elemento en la literatura...Incluso podemos hablar de perros con pedigree literario, como Remo, de Ortega y Gasset, al que Miguel de Unamuno le dedicó un poema; Sirio, de Vicente Aleixandre, al que, además de su dueño, le dedicaron versos Claudio Rodríguez y Carlos Bousoño; o Atila, del riojano Antonio Cillero Ulecia, al que incluso Ramón de Garciasol le dedicó un libro. Curiosamente, todos eran pastores alemanes, afegeix Aunque tampoco hay que olvidarse de Niebla, el perro que Neruda regaló a Alberti, Troylo, de Antonio Gala, o Flush, el perro de la escritora inglesa Elizabeth Barret y que Virginia Wolf convirtió en protagonista de una de sus novelas.

Us deixem amb aquest magnífic poema de Vicente Aleixandre al seu gos "Sirio"

Oh, sí, lo sé, buen "Sirio", cuando me miras con tus grandes ojos profundos.
Yo bajo a donde tú estás, o asciendo a donde tú estás
y en tu reino me mezclo contigo, buen "Sirio", buen perro mío, y me salvo contigo.
Aquí en tu reino de serenidad y silencio, donde la voz humana nunca se oye,
converso en el oscurecer y entro profundamente en tu mediodía.
Tú me has conducido a tu habitación, donde existe el tiempo que nunca se pone.
Un presente continuo preside nuestro diálogo, en el que el hablar es el tuyo tan sólo.
Yo callo y mudo te contemplo, y me yergo y te miro. Oh, cuán profundos ojos conocedores.
Pero no puedo decirte nada, aunque tú me comprendes... Oh, yo te escucho.
Allí oigo tu ronco decir y saber desde el mismo centro infinito de tu presente.
Tus largas orejas suavísimas, tu cuerpo de soberanía y de fuerza,
tu ruda pezuña peluda que toca la materia del mundo,
el arco de tu aparición y esos hondos ojos apaciguados
donde la Creación jamás irrumpió como una sorpresa.
Allí, en tu cueva, en tu averno donde todo es cenit, te entendí, aunque no pude hablarte.
Todo era fiesta en mi corazón, que saltaba en tu derredor, mientras tú eras tu mirar entendiéndome.
Desde mi sucederse y mi consumirse te veo, un instante parado a tu vera,
pretendiendo quedarme y reconocerme.
Pero yo pasé, transcurrí y tú, oh gran perro mío, persistes.
Residido en tu luz, inmóvil en tu seguridad, no pudiste más que entenderme.
Y yo salí de tu cueva y descendí a mi alvéolo viajador, y, al volver la cabeza, en la linde
vi, no sé, algo como unos ojos misericordes.

La il·lustració pertany a National Geographic.